lunes, 29 de febrero de 2016

Verdad

 Me gustaría irme al campo. Solo. Irme con un par de amigos hechos libros. Sin música, sin televisión, sin teléfono, sin reloj. Irme, con un calendario para tachar los días y saber cuando voy a volver, o ni siquiera eso. Quizás únicamente con una alarma para saber que tengo que recoger e irme, pero sin contar las horas, ni los días, que llegue de pronto, que me pille por sorpresa. En ese tiempo quisiera leer, pero poco, leerme sobretodo a mí mismo. Y escribir, escribir mucho, escribir lo que pienso, cómo lo pienso, y por qué.
Estoy contaminado, como todos, por esta desgracia y a la vez suerte llamada siglo XXI, que nos da libertad para ser todo, pero que nos educa para no ser nada, solo una pieza de esta estructura, un preso de esta cárcel, un perro con collar, un collar de un perro.
¿Nadie se da cuenta de que somos lágrimas en la lluvia? Somos cada uno un ser distinto, insignificante si nos miramos más lejos del microscopio de nuestros ojos. Podemos mezclarnos, desaparecer, intoxicarnos, ser puros, perdurar. Podemos ser y dejar de ser tantas cosas, tantas veces, y la gente, entre la que me incluyo, solo sabe ver lo mismo, siempre, un ser que no estudia, es un inútil, un ser que trabaja, es alguien exitoso. Fin.
Nacemos, vamos a la guardería, vamos al colegio, vamos al instituto, vamos a la universidad, vamos a trabajar, vamos a una residencia, y nos morimos, ¿qué putamente aburrido, no? Viajamos cuando nos dan permiso, por eso hay temporada baja y temporada alta, pero creemos ser libres. Siempre hacemos lo mismo, y si te aventuras a probar muchas cosas, es que no tienes vocación, no eres un experto en nada.
A mí me gustaría encontrar el valor, que es lo que me han quitado, para irme por ahí, vivir a mi bola, ser yo mismo, y dar la vuelta al mundo en un barco, pero no puedo, tengo que estudiar, y trabajar para que mis certificados no caduquen, porque si caducan ya no puedo trabajar, y así constantemente, un coñazo, resumidamente, una mierda, en general, y una opción, realmente. ¿Qué me frena? La presión social, no la falta de dinero, porque eso es solo trabajar, no una mujer, una familia, unos hijos, no, porque soy joven, y si lo hiciera mi familia lo entendería, mi mujer no existe, mis niños no nacieron.

Hay que tener valor, y el valor nace cuando eres capaz de vivir según tus principios, aunque a ojos de los demás seas un paria. Es decir, el valor nace cuando te da REALMENTE igual lo que digan los demás, cuando sus ideales pueden ser o no ser los tuyos, pero no te frenan como persona. Las cosas no son complicadas, somos nosotros, que somos unos cobardes. Las utopías personales no existen, somos nosotros que no somos realistas, y somos unos cobardes.

lunes, 22 de febrero de 2016

Huyendo un trozo

  ¿Quién quiere amor si tengo a mi perro? ¿Quién quiere amor si lo que quiero es derivar por el mar, con mis velas recogidas, leyendo bajo el Sol o cantando bajo la luna. Hoy aquí, pero planeando ir allá. Viviendo libre, disfrutando del momento, del lugar, y de las personas. Y luego huyendo de allí cuando sienta que hay cabos rodeándome la cintura. 

...Teniendo mi isla del tesoro bien oculta, y visitándola alguna vez.

lunes, 15 de febrero de 2016

La escritura como yo la veo

La escritura no tiene nombre. El hombre siempre ha intentado clasificar la escritura, los géneros, las corrientes, los estilos, pero no hay caso, la escritura no tiene nombre. Es normal, y no está mal que se realice esta clasificación para que pueda llegar a ser entendida por nosotros, los lectores o los autores. O para que pueda ser explicada o aprendida. Es un útil camino para llegar al alma de un escritor, a sus pensamientos, a sus intenciones en su obra. También es adecuado si se pretende aprender del pasado.

Pero a pesar de todo ello, yo creo que la escritura es algo salvaje, un dios si acaso encerrado por el hombre en forma de palabras, y este Dios no es más que la propia vida.