Me
gustaría irme al campo. Solo. Irme con un par de amigos hechos
libros. Sin música, sin televisión, sin teléfono, sin reloj. Irme,
con un calendario para tachar los días y saber cuando voy a volver,
o ni siquiera eso. Quizás únicamente con una alarma para saber que
tengo que recoger e irme, pero sin contar las horas, ni los días,
que llegue de pronto, que me pille por sorpresa. En ese tiempo
quisiera leer, pero poco, leerme sobretodo a mí mismo. Y escribir,
escribir mucho, escribir lo que pienso, cómo lo pienso, y por qué.
Estoy
contaminado, como todos, por esta desgracia y a la vez suerte llamada
siglo XXI, que nos da libertad para ser todo, pero que nos educa para
no ser nada, solo una pieza de esta estructura, un preso de esta
cárcel, un perro con collar, un collar de un perro.
¿Nadie
se da cuenta de que somos lágrimas en la lluvia? Somos cada uno un
ser distinto, insignificante si nos miramos más lejos del
microscopio de nuestros ojos. Podemos mezclarnos, desaparecer,
intoxicarnos, ser puros, perdurar. Podemos ser y dejar de ser tantas
cosas, tantas veces, y la gente, entre la que me incluyo, solo sabe
ver lo mismo, siempre, un ser que no estudia, es un inútil, un ser
que trabaja, es alguien exitoso. Fin.
Nacemos,
vamos a la guardería, vamos al colegio, vamos al instituto, vamos a
la universidad, vamos a trabajar, vamos a una residencia, y nos
morimos, ¿qué putamente aburrido, no? Viajamos cuando nos dan
permiso, por eso hay temporada baja y temporada alta, pero creemos
ser libres. Siempre hacemos lo mismo, y si te aventuras a probar
muchas cosas, es que no tienes vocación, no eres un experto en nada.
A mí
me gustaría encontrar el valor, que es lo que me han quitado, para
irme por ahí, vivir a mi bola, ser yo mismo, y dar la vuelta al
mundo en un barco, pero no puedo, tengo que estudiar, y trabajar para
que mis certificados no caduquen, porque si caducan ya no puedo
trabajar, y así constantemente, un coñazo, resumidamente, una
mierda, en general, y una opción, realmente. ¿Qué me frena? La
presión social, no la falta de dinero, porque eso es solo trabajar,
no una mujer, una familia, unos hijos, no, porque soy joven, y si lo
hiciera mi familia lo entendería, mi mujer no existe, mis niños no
nacieron.
Hay
que tener valor, y el valor nace cuando eres capaz de vivir según
tus principios, aunque a ojos de los demás seas un paria. Es decir,
el valor nace cuando te da REALMENTE igual lo que digan los demás,
cuando sus ideales pueden ser o no ser los tuyos, pero no te frenan
como persona. Las cosas no son complicadas, somos nosotros, que somos
unos cobardes. Las utopías personales no existen, somos nosotros que
no somos realistas, y somos unos cobardes.