lunes, 20 de junio de 2016

Poema a Marina 040516


Mi dualidad espantas,
todo sentido manejas.
Me trepas la cabeza
vieja, fiera, y cree que sabia.

Me penetras y me cambias;
no mi esencia, de hito a hito.
Me bendices y me salvas
cuando me das algo escrito.

Naturaleza mansa,
de sensaciones de grito.
Desde un lugar recóndito
Al fondo de un vaso de chupito:
“Soy, sobretodo por tus calmas,
Amante de tus prófugos ojitos
Así como de tus piernas largas”.

lunes, 6 de junio de 2016

No sé por qué soy feo, si yo me siento guapo.

            Me siento feo. Pero, ¿por qué debería sentirme feo? Cuando me miro al espejo no veo nada que me desagrade. Veo a una persona normal, una persona que tiene rasgos normales. Cuando me miro al espejo, veo a una persona afortunada, porque no tiene nada que le dificulte hacer cualquier cosa que forme parte de una vida normal.
            La realidad es que probablemente no cumpla las expectativas visuales de la mayoría de la gente, no todo el mundo cumple las mías, es normal, el libro de los gustos está vacío. Pero vaya, esta afirmación me hace volver al principio ¿por qué debería sentirme feo? Probablemente es porque los rechazos que he tenido que vivir, los errores que otras personas han cometido hacia mí, mi sensibilidad, y la problemática que es vivir encerrada en el primer mundo hacen que se acentúe la inseguridad en mi persona.
            Me siento feo por esas inseguridades, y cuando siento esas inseguridades me miro al espejo, y sé que todo está en mi cabeza, que cambia, mucho y muy rápido, porque me miro y no veo nada más que un cuerpo, un cuerpo que no me desagrada a mí, un cuerpo que no agrada a todo el mundo, pero sé que si pasara mi vida intentando agradar a otra persona sería a costa de no agradarme a mí. A la persona que agrade la agradaré porque me agrado y no porque intento agradarla a ella.
            Me quiero, me encanto, me gusto mucho, porque sé que nada de lo que no me agrada es permanente. Aunque ahora esté muy delgado, sé que algún día podré coger peso. Aunque se me caiga el pelo, sé que algún día no habrá más pelo que perder. Aunque fuera extremadamente fuerte, sé que algún día sería débil. Aunque tuviera una barba maravillosa y harmoniosa, sé que ésta comenzaría a crecer, y que perdería estas cualidades.
            Yo soy bastante superficial. No me quejo de no gustar físicamente, simplemente lo acepto, porque yo soy igual. Creo que es antinatural no ser superficial. Las flores se visten de vivos colores en primavera para atraer a los insectos y que éstos esparzan su polen, no sé qué hay de malo en que a los humanos también nos ocurra eso. La razón mal encauzada ha hecho mucho daño, eso, o el exceso de tiempo libre de algunos que se han dedicado a pensar, no lo sé.
            Pero sé que un cuerpo no lo es todo. En mi experiencia he conocido muchas mujeres muy bellas, pero la mayoría de ellas me han causado atracción, y luego hastío. Pocas son las que me han causado atracción, y luego excitación excesiva. Estas últimas son las que tienen un conjunto mente – alma (hay quien llamaría a este conjunto la dualidad cuerpo – alma), el que me vuelve loco.
            Existe un tipo de personas que sufren un problema cuando conocen a alguien. Este tipo de personas se califican como ‘soñadoras’, entre las que me incluyo, y este problema, al que hay quien lo calificaría como defecto, quien lo calificaría como virtud, y quien lo calificaría como locura, tiene el efecto de que cuando conoce un cuerpo que le gusta, y en el que en un rápido vistazo no detecta un lenguaje corporal negativo (y esto suele pasar a menudo porque los soñadores son gente muy inocente), llena a ese ser de todo lo que le gustaría que fuera por dentro, y enseguida se sienten genial al lado de esa persona. Me encanta esa cualidad de mí, de verdad. Creo que esa cantidad de cariño gratuito sería la cura para muchos males del mundo, es un cariño tan sincero fruto de una atracción puramente física, que me parece casi perfecto.
            No os dejéis llevar porque estoy diciendo todo esto del físico, que no caiga en el olvido la necesidad de mi doble atracción para que se produzca el ‘romance’ que siempre busco. Puedo decir con orgullo, aunque quizás debería decirlo con vergüenza que no busco solo sexo en una mujer, pero que podría acostarme con alguien una única noche, no sin sentir después que me he traicionado a mí mismo.
            Releo lo que he escrito, y creo que me gusto por dentro. Mucho. Hace un tiempo no me gustaba ni por fuera ni por dentro. Acepté un falso testimonio que determinaba que yo “soy feo”, y en consecuencia empecé a quererme y a cuidarme mucho por dentro. Cuál fue mi alegría cuando descubrí un día que me gustaba por fuera. Al haberme empezado a querer por dentro, había comenzado a quererme también por fuera, es increíble.
            No sé por qué me siento feo si en mi dualidad me quiero, si en vuestra dualidad os amo. Pero a través de este texto he llegado a la conclusión de que es porque mucha gente no comparte lo que digo aquí, porque otra gente no me lo ha hecho ver así, y porque a otros tanto no les he entendido cuando me han dicho lo mismo con otras palabras.
            Esta noche estuve con mis amigos, y en un momento de lejanía mental pregunté “¿por qué no estoy con nadie, con la cantidad de chicas que me parecen atractivas?”, ahora lo sé. En primer lugar, porque no conozco a muchas, o no lo suficiente para que cumplan esa dualidad. En segundo lugar, porque a ellas les puede pasar exactamente lo mismo conmigo. Y en tercer lugar porque no siempre la atracción es correspondida.
            El libro de los gustos está vacío, y en consecuencia no hay instrucciones para entender la atracción, pero es una suerte sentirse atraído por uno mismo, eso te capacita para sentirte atraído por otras personas. Lo que sigue siendo una incertidumbre, aún al final de este texto, es que yo siga sin saber por qué, en determinados momentos, me sienta feo, o inferior ante otras personas en los aspectos relacionados con el apareamiento, cuando soy totalmente normal, cuando soy muy afortunado por ser totalmente normal.

            Lo que no es normal es que exista una palabra como ‘normal’ y que además exista una como ‘anormal’, es propio de nosotros, somos un mundo de ganadores, y como necesitamos destacar para demostrar que somos más aptos para el apareamiento que otros de una forma lógica, inventamos que existen perdedores. Los perdedores nunca nacieron, y los que así se califican son simples ganadores que han perdido el norte, ganadores a los que les han convencido de lo contrario. No soy feo, me habéis metido en la cabeza que tengo la posibilidad de ser feo o de ser guapo cuando ninguno de esos conceptos tiene la cualidad de ser objetivo, y si no es objetivo, no puede ser plenamente cierto.