La escritura no tiene nombre. El hombre siempre ha intentado clasificar la escritura, los géneros, las corrientes, los estilos, pero no hay caso, la escritura no tiene nombre. Es normal, y no está mal que se realice esta clasificación para que pueda llegar a ser entendida por nosotros, los lectores o los autores. O para que pueda ser explicada o aprendida. Es un útil camino para llegar al alma de un escritor, a sus pensamientos, a sus intenciones en su obra. También es adecuado si se pretende aprender del pasado.
Pero a pesar de todo ello, yo creo que la escritura es algo salvaje, un dios si acaso encerrado por el hombre en forma de palabras, y este Dios no es más que la propia vida.
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