Cuando la noche hizo acto de presencia
fue tu sonrisa que eclipsó a la luna
y convirtió a dos personas en una
con el amor como nueva creencia.
Una historia de amor sin indolencia,
sin fecha de caducidad ninguna.
La tormenta perfecta y oportuna,
que llenó nuestra alma con estridencia.
Así empezaste a llenarme, mi vida
y me prometí cuidarte por siempre.
Feliz o triste, despierta o dormida.
Lágrimas que son sueños de diciembre
serán tu tristeza, pero invertida.
No importa, estaré contigo siempre.
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